La fiesta

                Los vapores del alcohol que antes tenía su cabeza se habían disipado. No sabía cómo había sido capaz de hacerlo. ¿En qué se había convertido? Pero lo había hecho y ya era imposible cambiarlo. Sólo quería correr, correr y no volver nunca más. Hacía frío esa madrugada en que las sombras parecían ocultar lo más oscuro de su alma. No pensaba en nada, pero ¿cómo había sido capaz de hacerlo...?

                Al mostrarse la Aurora temprana de dedos de rosa, el criminal paseaba por las desérticas calles, un torbellino de locura en su cabeza. De vez en cuando se preguntaba qué lo llevó a hacerlo, en el peligro que corría, en su suerte... Pensaba en su padre, allá en el cielo. ¿Qué pensaría de él después de esto? En tan sórdidos pensamientos se hallaba cuando una visión vino a ponerlo alerta: un coche de policía pasaba por allí. El vil tuvo el tiempo suficiente para esconderse en una esquina y pasar inadvertido. Cuando su corazón se hubo calmado un poco, retomó su camino hacia ninguna parte. Zascandileó por la ciudad que poco a poco iba despertándose y llenándose de vida, aún perezosa, ante su mirada perdida.
                Todavía no sabía por qué hizo aquello... Pero ¿qué era aquello? Tenía lagunas, las imágenes que recordaba eran difusas... Recordó la fiesta; recordó a los invitados; recordó el tabaco, la mezcla de bebidas... la cara horrorizada de su mejor amigo...los gritos... Un disparo, dos... sangre... Recordó la ventana abierta y la inmensidad de la noche... los pasos que bajaban presurosos las escaleras, la caída...
                Entró en un bar y pidió un café solo mientras ojeaba la prensa. Nada. Estaba intranquilo, nervioso. Se sentó en la parte más oscura del bar mientras reorganizaba sus pensamientos. Entonces lo recordó todo. Su mujer, su mejor amigo, los celos que comían sus entrañas... y la pistola en aquel cajón. Dejó unas monedas en la mesa y se precipitó fuera de aquel antro, alejándose de todo. Buscó un taxi y ordenó al conductor que lo llevase a un pueblo cualquiera. Reflexionó sobre la velada anterior mientras contemplaba pasar las formas del paisaje. Cuando llegó a su destino, pagó y se apeó del coche. ¿Qué diablos hacía allí? Fue a dar un paseo mientras recuperaba el control sobre sí mismo. Después entró en la iglesia del pueblo y contempló el dorado retablo. Mecánicamente se santiguó y entró en el confesionario guiado por su conciencia. Estaba vacío.

                Al día siguiente volvió a la ciudad. Su rostro aparecía en todas las portadas. Aún no sabía bien lo que estaba haciendo mientras paseaba cuando fue a la comisaría.

2 comentarios:

  1. Me gusta el enorme dominio del lenguaje que tienes, y el texto es sublime, pero joder... ¿por qué me dejas así? Quiero decir, ¿qué pasa después en la puta comisaría? ¿A quién ha matado? ¿Era su mujer, o su amigo? ¿Y eran celos infundados o había pasado algo que lo convirtiera en un amasijo de dolor furibundo?

    Es un fragmento realmente literario, que hace algo así como tentar al relato corto pero al final se queda encallado en los pensamientos desastrosos de un pobre hombre.

    Si me permites un comentario, justamente por lo que te acabo de decir arriba, yo hubiera usado la primera persona. Te hubiera resultado muchísimo más fácil mostrar el sentimiento de desorientación muda y de culpa, de confusión. Al fin y al cabo (y quizá sea mi clara preferencia por los escritos en primera persona), un "no sé dónde voy. No sé qué hago" siempre ataca más fuerte que un "no sabía lo que hacía ni donde iba". Es una sugerencia subjetiva, el estilo romántico me llama más que el realismo.

    De cualquier forma, yo le daría un giro radical a esta historia. Con tu potencial tiene tantas posibilidades... ¿por qué no lo conviertes en un minirelato en en que se entremezclen los monólogos internos del asesino (primera persona, plz)? No sé, locuras mías ajajaja

    En fin, me ha encantado. Una forma de escribir muy personal y llena de matices. Sigo leyéndote.

    Un beso,
    María

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    1. Me emociona que alguien me haga una critica de verdad y no un "muy bonito". No usé la primera persona precisamente porque ya la he usado bastante, ya lo leerás, la poesía es todo subjetividad. El final es como quieras que sea, era la intención, me alegro de dejarte tan intrigada jaja de todas formas, es un experimento, no tengo un modelo fijo de relato.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Tres besos

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