Los pequeños placeres de la vida

La vida está llena de placeres
grandes y pequeños.
Normalmente, los pequeños son
los más comunes y, también,
los menos valorados.
Pequeños placeres como
el primer sorbo de cerveza fresca
una tarde calurosa;
ponerse ropa cómoda al llegar a casa,
o una sudadera una tarde fría, o
sumergirse bajo el edredón
y que entre un ligero rayo de sol que
te caliente la cara;
o como estirarse después de echar una siesta reparadora,
El aire caliente del secador en la cabeza;
las tostadas del fin de semana;
bailar solo en casa una canción que te gusta.
Pequeños placeres como
terminar un libro y que te encante el final,
contemplar con calma un bello atardecer
o probar una comida deliciosa.
Pero también placeres diminutos como
el olor de una panadería el domingo,
darse una ducha sin prisas
o el simple hecho de tener la tripa llena.
La vida nos regala con
pequeños detalles, cosas minúsculas,
que pueden ser tan placenteras
o más
que la mayoría de deseos y ambiciones
que todos tenemos.
¿Por qué no disfrutarlos antes
de anhelar lo que no tenemos?