Donde siempre quise estar

Por fin llegué.

Largo el camino, fatigosa la subida,

por fin estoy aquí, donde siempre quise estar.

Muchas piedras hubo en mi escala

y troncos caídos y precipicios que

entorpecieron mi viaje;

todos ellos los pasé y

ya quedaron atrás.

Ante mis ojos se extiende

el más bello paisaje,

los pájaros trinan jugando a mi alrededor y

el viento es fresco y agradable.

Por fin llegué.

Por fin estoy en paz y orgulloso

de alcanzar esta cima.

Más amplia es la vista, más elevada

la situación, más

cálido el ambiente.

Por fin llegué

donde siempre quise estar.

Ésta es la vida

que siempre soñé.




Un ejemplo a seguir

Hoy debía cumplir años una persona muy especial.

Todo aquel que la conoció lo comprobó.

Cuando me hablan de bondad, yo pienso en ti, abuela.

Nunca he conocido persona más noble y buena

que tú.

Eras una persona de todo dar.

Mi abuelo fue muy feliz, y mi familia toda,

y tú tuviste mucho que ver, abuela.

Aún hoy me siento dichoso de ser nieto de quien soy.

Hoy mis mejores recuerdos vienen a mi memoria;

cascadas marinas brotan de mis ojos,

pero también una amplia sonrisa marca mi rostro empapado.

En mi vida sólo pido rodearme de gente como tú, Sebastiana.

Sólo pido eso.

Y nada me gustaría más que celebrarlo una vez más 

todos juntos alrededor de la mesa

y una tarta en medio y tu sonrisa pura alumbrándonos.

Sólo nos quedan las fotos y el recuerdo.

Mis mejores recuerdos son para ti este día.

Te quiero mucho, abuela.

Gracias por ser como fuiste, aún hoy

eres un ejemplo a seguir.

 

 



 

Voy a conseguir lo que me proponga

Voy a conseguir lo que me proponga.

Hoy vestí camisa y corbata para

abrir las puertas de la vida de un plumazo

y lanzarme a ella como en un salto al agua,

sin temor ni pereza.

Igual que el más rápido tren

avanzo sin frenos ni ataduras

por este lindo vergel que llamamos mundo.

Este mundo que ahora es más mío que nunca

y por el que camino con paso firme

para conocerlo y conocerme

y para hacerlo siempre más hermoso y, por ende,

más humano.

Ya las altas montañas se vuelven colinas,

ya la fuerza recorre mis músculos y mis venas,

ya sé de lo que soy capaz y lo voy a conseguir.

Sí, sé que lo voy a hacer.

Voy a conseguir lo que me proponga.

¡Qué momento!

¡Qué momento, dios mío!

¡Qué momento!

Mi corazón brinca en medio de mi pecho

igual que haré yo cuando al fin te vea

abriendo las puertas de nuestro hogar.

¡Qué larga la espera!

Tanto como esas noches de cama medio vacía 

(no medio llena)

de alargar la mano y tocar vacío.

¡Qué nostalgia pensar 

en la hermosa vida que hemos construido juntos!

Mas no me duele porque sé

que muy pronto volveré a tenerte entre mis brazos

y yo seré tuyo igual

que tú serás mía.

¡Ya aterrizó el avión! ¡Ya mi amor me espera!

Y ya en un abrazo enorme y cálido 

me envuelves al fin.

¡Qué momento, dios mío!

¡Qué momento!

Un momento de felicidad

Voy a escribir los más lindos versos

esta noche. Voy a emocionarme

y tal vez emocionarte. Como traca de dinamita

golpearan tu ánimo 

y lucirán en tu retina como

una soleada tarde de verano en el campo dorado,

y te darán la mano igual

que te la dio tu abuelo

ese día que recuerdas con vaguedad pero de detalles marcados en tu memoria.

Te transportarán por el ancho cielo

donde se ven los más bellos atardeceres en que

el sol cae y el mundo con él,

con tantas tonalidades como 

la luz reflejada en el mar y las nubes pueden dar,

para dar paso a la más agradable oscuridad bañada

por la luna y las estrellas.

Y te harán reflexionar igual

que haces recorriendo con la mirada la inmensidad

de la bóveda celeste.

Y tal vez reconforten tanto tu espíritu

como ese lindo recuerdo de la infancia que guardas dentro de ti como

un momento de felicidad.