Abundancia y compañía

Cuando uno entra en vuestro circulo siente,

como el calor de la estufa al entrar a casa una 

fría noche invernal,

el abrigo de la hospitalidad.

Alrededor de una mesa se destripa

cualquier aspecto de la vida,

y relucen

la comida exquisita pero humilde,

las conversaciones vibrantes siempre, siempre

variadas e interesantes, y

el ambiente fraternal en que vivís y que

tratáis de mostrar a cada visita, como si

del más preciado bien se tratara; igual 

el coleccionista enseña su valiosa pieza, igual

la madre muestra el álbum de fotos de su bebé.

Y en verdad que se siente y agradece.

Vuestro mirar refleja el estudio y la comprensión

de quien analiza el mundo para

transformarlo,

humanizarlo,

y es tanta vuestra voluntad que

la contagiáis al más parado y

despertáis al más dormido.

Así,

toda visita es corta y

cualquiera maximalista se siente.

Dichoso el día en que os conocí y

abracé por vez primera.

¡Salud!

¡Abundancia y compañía!