Reflexiones en cuarentena

Puedes ver este vídeo recitado por mí en mi canal de Youtube:

El tiempo ha parado para nosotros, pero

ahí fuera sigue corriendo.
Yo, confinado, noto cómo mi
vitalidad corre fuerte por mis venas, llenando cada músculo.
Miro por la ventana
y cada rayo de sol es
una luz más que nos ilumina,
y cada chaparrón es
uno menos que nos pilla fuera.
Este encierro de al menos mes y medio
(escribía hace dos meses...) me
muestra todas mis ganas de vivir,
cuántas cosas me quedan por hacer,
y también me muestra con qué ganas voy a salir cuando
pueda hacerlo de nuevo.
¿Qué me encontraré?
¿Qué me espera tras la puerta de casa?
Sea lo que sea, algo está claro:
pienso disfrutar, reír, amar,
aprender, vivir, cantar y bailar,
brindar y celebrar, conocer,
y tantas otras cosas,
como antes, sí; pero ahora pienso
exprimir cada momento,
hacerlo intenso, como chocolate negro, y
sacar lo mejor de cada ocasión.
La distancia de seguridad no me separará de la emoción.
Voy a agarrar la vida con más ganas, como
los niños al salir del colegio.
Quisiera coger cuatro cosas e irme
lejos, a buscarme la vida en una ciudad desconocida,
empezar de cero, siempre con mayor ímpetu.
Una cosa tengo por seguro:
nunca haré todo lo que quiero hacer,
nunca comeré ni beberé todas las cosas que quiero probar,
nunca iré a todos los sitios que quiero visitar,
nunca me cansaré de conocer gente nueva.
Y es bueno que así sea, pues
nunca me faltarán motivos para vivir.



Adiós, Sebas

Cuando amamos pensamos que es para siempre, y en efecto lo es; mas no como pensamos. El amor es algo que llevamos dentro, que portamos con nosotros incluso cuando a quien amamos se ha ido. Hoy se ha marchado mi abuela.
Sebas tenía un corazón que no le entraba en el pecho. No he conocido nunca una persona tan buena, desprendida, dulce bajo su sequedad castellana, humilde... en ella no cabía maldad. Si en verdad existe el cielo, cosa que dudo mucho, Sebastiana debe estar ya a la diestra del señor en el que ella sí creía.

Si supieras cuánto he llorado
pensando en este día funesto.
Sin ti
comer es un vacío,
abuela.


Esto escribí cuando la enfermedad de mi abuela fue a peor, hace años; y, sin embargo, hace tiempo que el vacío ya había llegado a su mente. Apenas una tenue sonrisa se podía dibujar en sus ojos, en raras ocasiones. Sebas no era más que una sombra de lo que fue ("Sebastiana, Sebastiana, quién te ha visto y quién te ve"). Esto ha sido el final de una larga decadencia. Hace dos años mi abuela dejó definitivamente de andar, y lo que sentí lo dejé aquí escrito:

https://espejeel.blogspot.com/2017/03/fria-vision.html?m=1

¿Por qué lloro si llevas años ausente?
Cierro los ojos y pienso que
ya no volverás a gritar levántame una y otra vez.
¿Cómo saber qué tarta de cumpleaños sería la última que compartiríamos?

Que esto haya pasado en este momento, en medio del confinamiento, ha tenido para mí algo positivo: me he ahorrado velatorios, misas y funerales. Jamás olvidaré lo mal que lo pasé en la misa de mi abuelo; y, con todos los velatorios a los que he debido asistir, ya tengo claro que es justo lo contrario de lo que se debería hacer. Familiares, amigos y conocidos, todos reunidos en una atmósfera cargada con el féretro en la sala de al lado; momentos incómodos, gente que asiste obligada, conversaciones vanas, fórmulas vacías repetidas mil veces, falsos consuelos...
Esta vez no ha habido nada de eso. La familia junta bajo un mismo techo, hablando de la difunta, cada uno contando una historia o un aspecto de su vida. Compartiendo la carga de su pérdida recordando momentos remarcables de su vida. Claro está, en la conversación tenía que estar también mi abuelo Rufino. ¿Cómo pensar en la una sin el otro? Los dos han vivido los mismos años, y la vida ha querido que muriera primero el que conservaba la cabeza en su sitio, ahorrándole el dolor de la muerte de la otra; mientras que la otra tampoco se enteró prácticamente de la pérdida de su marido, así estaba ella.
Ahora que los dos se han ido, sólo queda de ellos el recuerdo que nos han dejado, así como las enseñanzas y formas de ver y encarar la vida. Así, y no de otra manera, es como nos acompañarán el resto de nuestras vidas.
Te quiero mucho, abuela.