Flexiones y reflexiones

Una definición de reflexión:
Es un 'volverse dentro de sí' para conocer, interpretar, analizar o aclarar. (Edgar Becerril Lara)

"Soñar el sueño imposible, luchar contra el enemigo imposible, correr donde valientes no se atrevieron, alcanzar la estrella inalcanzable; ése es mi destino."

"Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía... ¡sino justicia!"
Don Quijote, Miguel de Cervantes.

     Aunque siempre es bueno, ¿qué mejor momento que el verano para reflexionar, flectar, doblarnos sobre nosotros mismos? Y no para mirarnos los pliegues de la barriga, sino más adentro, nuestro interior. Yo ya tengo alguna reflexión escrita...


Quiero agitar las conciencias,
hacer pensar a la gente. Yo no
convenceré a nadie sino de que

haga cualquier cosa convencido.

Mi voz será la chispa
que encienda las mentes.

Y sonarán los cánticos de elevación

y podré alzar

mi canto incendiario,
liberarme de toda atadura,
subirme a cualquier azotea
para tremolar sangrientas banderas
y gritar bien alto:
¡Revolución!
¡Cultura!




"Porque la nada es motivo de angustia. Pero para el poeta, además y antes que otra cosa, causa de admiración y extrañeza." Juan de Mairena, Antonio Machado.

"La locura no es sino la nada."


¿Quién conoce la nada?
¿Existe la nada o
es una invención más?
Sería terrible estar
en ningún sitio,
ninguna parte,
ningún objeto alrededor,
nadie...
Por suerte, por mucho
que nos angustiemos,
nos fatiguemos,
nos caigamos,
siempre tendremos el consuelo
de algo, cualquier
cosa, por
pequeña que sea.


¿Quién puede comprar flores 
de plástico 
pudiendo cogerlas de verdad? 
¿Acaso 
reside la belleza 
únicamente en la forma?
¿Quién?
¿Quién puede cambiar
lo real por lo irreal?
Yo.
Yo te compré unas rosas,
porque quería que fueran
eternas,
como nuestro amor.

Y detrás del quiosco, detrás de las revistas del corazón, deportes y noticias, se encierran bien bajo llave los libros, las revistas de ciencia, la cultura. Imagino que será para que no se escapen de su castigo eterno de polvo e indiferencia.

Sostenibilidad.
Hay que quitarse las cadenas de la minoría de edad y salir de la cueva platónica. No debemos dejarnos arrastrar por comportamientos cómodos e incívicos (¿tanto cuesta tirar un envoltorio a la papelera?)

¿Por qué cocinar en exceso? ¿por qué comprar comida a sabiendas de que es demasiada y no se va a comer?

Me desespera la indiferencia de casi todo el mundo es estos temas. En el pueblo en el que vivo (de tres mil habitantes) hicieron una nueva escuela bastante más lejos del centro que la antigua, en una nueva urbanización; sólo por mover unos cientos de metros este equipamiento, todos los días se viven dos procesiones de coches: la de recogida y la de vuelta. Este pueblo sirve de ejemplo de la falta de concienciación de la mayoría de la gente. A las afueras, justo donde el pueblo acaba, hay un centro de salud que diariamente se llena de coches de los habitantes. ¿Tanto cuesta ir andando? No es dañino para la salud que yo sepa; de camino a allí sólo me he encontrado dos señores mayores, uno con muleta incluida. ¿De verdad es necesario ir a la piscina, al bar, a por el pan con el coche? Luego nos pondremos a hacer dietas estúpidas y malas para nuestro cuerpo y nos quejaremos de que no nos entran los pantalones. Y de propósito de año nuevo ir al gimnasio.
Yo tengo coche y me encanta conducir, pero si puedo ir andando lo hago. Y no vale decir que se ahorra tiempo si sólo ganas cinco minutos. La comodidad no puede ganar a la salud.

Pero, por suerte, la vida no es pragmatismo. La vida es tensión, es drama, es emoción. No puede entenderse la vida únicamente con la razón. Sería terrible que todo fuera como las normas de tráfico, tan eficientes, tan prácticas, tan estériles.

Fue en verdad un gran invento el semáforo. Con sus colores básicos regulan, con mayor o menos eficiencia, los ritmos de paseantes, conductores, calles, ciudades...
Si uno se estropea ocurre como esos chistes de ¿cuántos policías hacen falta para sustituirlo?


     Quejarse está muy bien; de hecho es lo primero que hacemos al nacer, así que todos sabemos quejarnos. Pero lo importante es intentar buscar soluciones a los problemas que nos molestan. Parece que gusta mucho quejarse por el hecho de hacerlo, y nadie piensa en mejorar aquello de que se queja. Yo ahora mismo estoy criticando este comportamiento, pero el remedio que busco es intentar que quien me lea piense antes de hablar; porque las palabras son muy importantes: pueden herir, desequilibrar, llevar al suicidio... Hay que cuidar mucho lo que se dice y no dejarse llevar por nuestros más bajos instintos.

     Todos podemos sorprendernos en conductas llevadas por nuestras pasiones más salvajes: el miedo, la violencia, el cariño... Esas pasiones que emergen de nuestro encéfalo, esa parte más animal de nuestro cerebro. La grandeza de la humanidad estriba en lo que está encima de todo ello, la materia blanca y gris, nuestro lado racional. No debemos caer en nuestros más bajos sentimientos sin antes pararnos a pensar un poco en ellos, siempre. 

     Si no somos capaces de controlarnos a nosotros mismos, ¿cómo intentar controlar lo que nos rodea?

     No hay cosa que me dé más miedo que una enorme explanada vacía que sirva de aparcamiento. Metros, kilómetros cuadrados de hormigón duro que lo ocupan todo, sin árboles, sin nada más que coches y más coches (eso cuando los hay; cuando no, es una visión más penosa aún)

Inquieta pensar que desde la conquista cristiana del reino andalusí, algo tan lejano, hasta nuestros días han pasado quinientos años, casi trescientos menos de los que estuvieron asentados los árabes. Los prejuicios, el odio y la incomprensión echaron de sus hogares a gente que podía decir con más derecho que ésa era su tierra que los bárbaros y malolientes cristianos que los conquistaron. Qué decir de los judíos, que vinieron a España cuando dominaban los romanos... y sin embargo no fueron bienvenidos en el Estado Moderno de los Reyes Católicos, fueron ciudadanos de segunda cuando pudieron serlo y se los despreció, humilló, robó... ¿No eran acaso tan españoles como el resto o más?

Nunca entenderé las tiendas de recuerdos. ¿Cómo comprar algo tan íntimo y personal? Mis recuerdos me los creo yo, no necesito comprarlos, gracias.

    Discutiendo largamente sobre la vida expuse mi teoría: no creo en ningún Dios ni en la salvación; la muerte es el final y la vida dos días. ¿Vamos a perder esos dos días rezando y sufriendo por la supuesta eternidad que debería venir? La vida no es un continuo elegir entre dos caminos: uno recto, amplio y cómodo que es el vicio; y otro estrecho y dificultoso que es la virtud. ¿Por qué ser virtuoso? Como digo, para mí la vida es corta y hay que aprovecharla, y mejor es buscar el placer que vivir en un valle de lágrimas en pos de la virtud. ¿Qué es la virtud? Me decía uno un día que ser cristiano es tener unos valores. ¿Acaso el resto de los mortales no los tienen? Sí, vale, arderemos en el infierno por infieles; pero toda persona tiene valor y valores. Y desde luego no siempre hay que hacer caso de lo que diga la gente. Y mucho menos de lo que diga yo: pensad por vuestra cuenta.

¿Por qué los ricos creen indigno sacar la basura al contenedor? ¡Al contrario! Cuanta más riqueza, más basura se genera. Se diría que la riqueza es tóxica para el medioambiente, al menos mal organizada. Los realmente pobres son los que no generan basura, aprovechan todo lo que tienen y tiran lo menos posible. Entonces ¿por qué se avergüenzan los pudientes de sus desperdicios? ¡Que salgan con sus bolsas de mierda y las ondeen y lo pregonen! 

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