Una nube parecía salir de las chimeneas
y el bloque semejaba un barco de vapor
navegando sobre helados océanos.
La claridad se extinguía en el horizonte
presionada por la noche azul.
Las ventanas encendidas eran como lejanos focos solitarios,
lejanas velas llameantes.
El aire fresco apagaba las llamas del ocaso
y despejaba mi mente cansada,
despertando en ella mágicas visiones.
¿Qué importan las dificultades,
las contradicciones,
los trabajos,
las incomodidades,
a la luz (o la oscuridad)
de este anochecer aletargado
donde reina el viento
entre la quietud abismal?
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