soportales llenos de gente que
impotente mira al cielo.
Dispares paraguas, pies mojados,
ropas húmedas.
Brillantes burbujas,
flotante blanca espuma.
La precipitada agua
toma el poder.
Acogedores balcones,
improvisados arroyos que por las calles
se extienden,
molestos cristales,
incidentes esquirlas líquidas.
Las enormes nubes
exudan gota a gota el líquido
de su interior, el sudor del esfuerzo
de su lento levitar.
¿Por qué agacharse bajo la lluvia?
¡Alcemos los ojos al cielo!
¡Mojemos nuestro pelo,
Nuestra piel, nuestro pecho!
¡Sintamos el petricor dulce,
pisemos los charcos,
toquemos el rocío de las hojas!
Mas tened cuidado,
no quisiera yo que por mi culpa
cogierais un catarro.
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