¿Dónde quedaron nuestros recuerdos?
Camino por las calles de la ciudad que,
una noche,
nos unió de improviso y que
nos vio crecer juntos durante años.
Pero eso ya quedó lejano.
Ahora, mis ojos se posan en esos rincones y
la luz del recuerdo se me antoja débil,
como las estrellas más lejanas que, en el firmamento,
se van apagando con el paso de los siglos.
E incluso puede que ya estén muertas,
y de ellas sólo quede la luz que desprendieron
cuando aún eran orgullosos astros en el espacio.
Tal vez acogieron cosas bellas, tal vez
allí nacieron nuevos elementos.
No lo sé.
Tal vez simplemente
este paseo nocturno me hable de cosas que mueren e,
incluso muertas,
siguen iluminando noche tras noche sobre nuestras cabezas.
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