Ojalá pudiera
irme por los tejados para
conocer cada cotidianidad.
Ponerle voz personal a los mismos relatos huecos.
Si todas las relaciones humanas se parecen, repetidas,
¿está todo escrito? ¿Dónde se pueden leer?
Ojalá pudiera
irme por los tejados,
si oprimido me falta el aire y
cuando aspiro con fuerza se llenan
de contaminación mis pulmones.
Quiero salir de casa por la ventana,
lanzarme cual gato de teja en teja y
contemplar desde lo alto las
hormigas individuo, que se mueven insensibles al resto,
ciegas, cada una con distinto destino.
Ojalá pudiera
irme por los tejados,
irme por las ramas como
inquieta ardilla o apuesto pavo real.
Arriba el aire es fresco y los ruidos urbanos no llegan.
Ojalá pudiera
irme por los tejados,
huir
hacia el cielo, en busca de
nuevos horizontes y
nuevas calles que pisar.
Huir
de la monotonía, del gris, de la necesidad.
Ojalá pudiera
irme por los tejados para
ver sin ser visto, para
explorar mundos desconocidos, aprender
lecciones nuevas.
Ojalá pudiera, ojalá... ¿Ojalá?
Claro que puedo, y caminar por lo alto de
los edificios es lo más fácil,
pues, como dijo Rosa Chacel,
"La literatura es deseo de irse por los tejados."
Y para mí no es deseo, es necesidad.
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