Atlántico

Subir,
roca a roca,
hasta el duro acantilado
y observar,
palpar,
respirar,
sentir.
Un murmullo que es bramido,
que acalla el espíritu y
abre los pulmones.
¿Cómo algo todo movimiento puede
calmar así?
Sólo las gaviotas osan
alzar su voz sobre las olas,
aleteando sobre mi cabeza.
Se confunde a lo lejos
la línea que siempre nos acompaña,
frente a los ojos,
subamos o bajemos;
la línea que persiguieron tantos
hombres desesperados, ambiciosos,
soñadores,
en busca de nuevas tierras, de
ilusiones;
la línea donde muere el sol
cada día, donde
se pierden veleros
y petroleros:
el horizonte.
¡Bien quisiera yo también
zambullirme en tus oscuras
aguas ignotas, siguiendo
esa curva de sal y nubes!



No hay comentarios:

Publicar un comentario