A ti acudo ¡oh, mundo intransigente!
Tú que me has dado y me das todo cuanto tengo, tú que me apelas
irremediablemente a desahogarme en estas letras: ¡socórreme! Me aburre todo lo
que me divertía, me cansa lo que antes me alentaba; y esa necesidad de decir
que necesito algo cuyo nombre se me escapa. He de confesarte lo inconfesable,
lo insondable, lo inabarcable, lo inabordable, lo inaguantable. ¿Por qué me
arrancas lo que me concediste antes? Mucho me afecta lo que no comprendo, y
tampoco comprendo por qué me afecto tanto. Inalcanzable me parece la solución a
esta intriga. De esta desazón culpo a alguien, cuando realmente ese alguien no
me importa. ¿Tan irremediable es esta congoja que siento? ¿Tan solo me
encuentro como creo? Pero, mirado de otro modo, ¿no vivimos todos en soledad a
ratos interrumpida? ¿Por qué nadie nos enseñó a vivir con nosotros mismos? ¿Es
pues inalcanzable aquello tras lo que corro a ciegas? ¿Son posibles tantas
ganas de vivir? La deleznable felicidad, ¿dónde se encuentra, oh, mundo
inaprensible? ¿Es acaso incombustible este sentir insano, indescifrable? ¿Son
realmente irresolubles estos desvelos? Mudo e inmóvil, inalterable escuchas
esta duda que me corroe, estas ansias de salir de entre estas cuatro paredes
que me oprimen y me acorralan, y de las que, cuanto más tiempo pasa, más imposible
se me antoja escapar. Este fuego indómito, este deseo irrefrenable, ¿por dónde
ha de salir? ¡Responde, responde, oh, mundo insoportable! Si ni yo mismo sé qué
siento, ¿lo has de saber tú, mundo incomprensible? Este mar embravecido e
irresistible pelea contra las rocas de mis entrañas, y de esa sangrienta liza
sólo me queda la espuma de lo inasible. ¿Cuándo, cuándo llegará la calma tras
esta tempestad irreconciliable? Aprender a cuestionarme no es suficiente,
¡enséñame a responderme! Necesito respuestas, pero más aún necesito soluciones.
¿Es acaso un reprimido pesar lo que me angustia? Necesito, necesito… Algo (o
alguien) me falta, no consigo realizarme. ¡Responde, oh, mundo inmisericorde!
La salida de este túnel he buscado, mas cuantos pasos he dado me parecen en
vano. Y sigo preso en mí, en este sinsentido, en esta ignorancia de mí, esta
falta ilusoria que afanosamente rastreo. ¿A qué se debe esta sensación
indescifrable de soledad, estas ansias intransferibles de vivir y ser vivido?
En ti busco respuestas, mundo intolerable, pues tú me ocasionas estas
preguntas. Tú abres en mi pecho indefenso las grutas inescrutables por las que
se filtra y se extiende la duda incesante, indecente, inconclusa. A ti me
entrego fervoroso para recibir una respuesta, y una solución. ¿No me respondes…?
Tras no
hallar respuesta, me acosté abatido y meditabundo. Pero en los sopores míos siguió
desvelándome la inclemente duda. ¿No te bastó robarme los sueños, ingrata, que
por la noche me lo quitas también? La cuestión irresoluta vagaba por mis
pensamientos, revolviéndome sueño y entrañas. Sudores polares me inundaban, me
ahogaban efluvios de lava ardiente, las sábanas de la cama me zarandeaban
preguntando todas “¿Por qué? ¿Por qué?” Me agarré de lo superfluo e
injustificado para salir de ese abismo de pesadilla tempestuosa, y me revolví
en las ignotas simas inertes de la incertidumbre inexpugnable, hasta que
finalmente hallé la inequívoca, la irremplazable mano divina que me sacó del fragoroso
vendaval de la intemperie para encararme a solas con el irrespirable mundo; y
entonces sonó, sonó el mundo, la vida entera, y pude respirar del inefable perfume
de la infinitud inflamable que me estalló en plena ansia por la vida, por la
eternidad, por la belleza, por la plenitud, por el amor. Y fue tras palpar el
mundo entero en clímax cuando de mi cuerpo todo de carne y hueso y sueños e
ilusiones salió la respuesta de lo ineludible, y entonces sí, lo supe, entonces
supe que la respuesta a mis anhelos y mis carencias no era otra cuya misma
madre, hermana e hija es la muerte, no era otra que la causa de tanto vivir y
tanto sinvivir, de tanta dicha y tanta desdicha, la causa de tanto… Y no es
otro que el amor, amor carnal, amor espiritual, amor pasional, amor parabólico.
Y mi alma desnuda se llenó agitada de color y de olor y de sabor para volar por
las inmensidades estelares y me trajo el polvo lunar y la música celestial que
me hizo llorar de felicidad y sonreír tanto como jamás pensara que podría, y
así me redimió de mi pesar y me invadió la maravilla, sentí el aire fresco del
océano calmo, al fin sosegado, llegó la calma tras la tempestad en que me vi
sumido por la duda inexcusable y volví a soñar y, con los sueños confundidos
con la realidad, caí de nuevo exhausto en mi cama, y pude dormir tranquilo y
sonriente como en otro tiempo inmemorial hiciera cada noche por eso que
buscaba, por el amor.
O sink hernieder, Nacht der Liebe, gib Vergessen dass ich lebe; nimm
mich auf in deinen Schoss lose von der Welt mich los!
¡Oh, desciende, noche
de amor, dame el olvido de que vivo! ¡Recíbeme en tu seno, libérame del mundo!
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