Septiembre tornaba a su fin. Estaba distraído, contemplando a través de su ventana el paisaje otoñal que se le extendía. La lluvia se llevaba las primeras hojas que caían, el viento azotaba las copas de los árboles y el cielo gris empezaba a oscurecer. Pensaba en ella, como siempre que estaba solo. Pensaba en la última vez que se vieron, en su olor, en su sonrisa... Y también como siempre, pensó sobre sus posibilidades. Le había declarado su amor, pero ella no había dejado nada claro. Él sabía que no tenía nada que hacer. Intentó reprimir las lágrimas cuando aquella canción sonó, pero no pudo. Tan absorto en sus pensamientos estaba que no oyó cómo se abría y cerraba la puerta de su cuarto y unos pasos hacia él se acercaban. Era ella. Lo abrazó por detrás, lo besó en la mejilla y le susurró al oído "No te preocupes, todo va a salir bien. Te quiero."
Entonces despertó. Despertó con ese sopor típico, sin saber si había estado soñando o no. Contempló sus libros, miró a la ventana. Había anochecido. "Ha sido un sueño" pensó. "Algo así no me va a pasar nunca. Ella jamás se fijaría en mí." Y sin cenar, se acostó y se durmió entre lágrimas y tristes pensamientos.
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